En la 77 Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) del 20 de septiembre pasado, se registró un hecho histórico, por primera vez en los 74 años de existencia de la máxima institución mundial, un presidente progresista, de origen plebeyo y además ilustrado, quebró la tradición de la presencia en ese foro de gobernantes que, más que voceros de la Nación colombiana, actuaban siempre como los procónsules que han sido de los gobiernos imperiales de los Estados Unidos y altavoces de sus políticas hegemónicas.

El impuesto a las altas pensiones era una medida de justicia tributaria audaz, que no sólo aumentaba el recaudo y contribuía a combatir la desigualdad, sino que tenía un valor simbólico importante: la eliminación de un privilegio tributario odioso en una sociedad democrática. Por ello lamento que haya sido eliminada de la reforma tributaria, pues ninguna de las críticas a esa medida es convincente.

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